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¡Oficiar una boda en Menorca!

¡Se les veía guapos, se les veía felices! ¡Una velada magnífica, de esas que deben guardarse en el lugar de los recuerdos maravillosos!

Todo empezó hace más o menos un año. Todo empezó con un e-mail. Una bonita carta que encontré un día en la bandeja de entrada del blog. Alguien que estaba tocando a la puerta de Les mots de Marguerite y así, sin más, una sonrisa infinita se dibujó en mi rostro. A eso se le llama las sorpresas de la vida. Las sorpresas bonitas.

Oficiar una boda en MenorcaOficiar una boda en MenorcaOficiar una boda en Menorca

Ella deseaba casarse. Él también. Querían casarse. Se pusieron a buscar un lugar único, un lugar mágico. Y de repente, un día, hurgando en el cofre de los tesoros que resulta ser Internet, dieron con Menorca, conmigo, con mi artículo, con nuestra boda, mis palabras. Y se produjo esa conexión evidente, el feeling se instaló.

Meses hablando vía nuestros teclados respectivos. Mensajes amables, fluidos, simpáticos. Cartas que se convirtieron en un bálsamo lleno de purpurina, de esos que crean sonrisas.

Purpurina y lentejuelas vestidas de sencillez. Y me gustó. Mucho.

Y llegué ahí, con el sol poniéndose, la isla de la tranquilidad y el mar como telón de fondo. Abrazarse, presentarse, conocerse y sentirse muy bien acogida.

Les dijo, «ahí está la… la… casamentera» y sonreímos, sonrieron, su familia, sus invitados, sus testigos. La que oficiaba la boda era yo, los increíbles novios, ellos. Dulces, atentos, papá y mamá de tres perlas preciosas. Y se dijeron Sí, se dijeron OUI con las lágrimas en los ojos y mariposillas en mi estómago. Unos instantes increíbles, con la magia operando.

Gente que sin conocerte confía en ti. ¿Y si la vida siempre fuera así? ¡Simplicidad y felicidad!

Porque el mes de julio pasado viví una experiencia increíble y ellos también. Este mes de julio, añadí otra referencia más a mi historial: oficiar la boda de unas bellísimas personas. Una boda en dos idiomas, en catalán y en francés, una boda en Menorca, una ceremonia totalmente personalizada!

¡Se les veía guapos, se les veía felices!

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4 años de una boda de 12 en Menorca

Una boda íntima en Menorca

A veces leo que si las bodas esto o aquello, que si hay gente a quién les gustan las bodas y otra gente que las odia, los que se sienten forzados a hacer grandes bodas, los que se pelean mientras organizan la boda, aquellos otros para quienes una boda es algo sumamente importante, los que…

Y hoy, simplemente, tengo ganas de deciros que para mi una boda debe, ante todo, asemejarse a los novios y que una pequeña boda e íntima puede también resultar muy bonita y emotiva. ¡Nosotros lo hicimos y hoy hace 4 años de ello!

Decidimos casarnos en enero de 2011. Sin pedida, sin más historias. Lo hablamos con una copita de vino blanco en casa, un viernes por la noche de invierno. Él no es fan de bodas. Yo no soy fan de fiestas con tropecientos invitados. Él dice no tener nada que demostrar ante los demás, que me ama, que nos amamos. A mi no me gustan los vestidos largos de novia, ni parecer un merengue. Pero lo hablamos y supimos que era mejor si nos casábamos. Somos de nacionalidades distintas, europeos los dos, cierto, pero como queríamos tener hijos, queríamos que los papeles estuvieran en regla. La unión civil en Francia no significa nada en España y viceversa.

Una boda íntima en MenorcaUna boda íntima en MenorcaUna boda íntima en MenorcaUna boda íntima en Menorca

Y finalmente decidimos, con una gran sonrisa, celebrar una boda sencilla pero bonita, romántica y en un marco precioso. Decidimos casarnos ese verano mismo, en 2011. Menorca resultó ser el lugar ideal. La isla es magnífica y además esa sería la ocasión para que la familia de ChériGuiri la descubriera. En seis meses lo organizamos todo: restaurante, ayuntamiento, vestido blanco corto (eso me encantó), flores, peluquería…lo hicimos todo sin estrés, como nos gusta. Además, a distancia, con la ayuda de mis padres y un único viaje previo y relámpago que yo hice un par de meses antes.

Fuimos 12, nosotros incluidos. Los padres de ChériGuiri, su hermano y su hermana, mis padres, uno de sus mejores amigos como testigo, con su mujer y una de mis mejores amigas como testigo, con su chico. Tanto nuestras familias como nuestros amigos entendieron a la perfección nuestro deseo de una boda sencilla y es que no siempre es fácil de hacer viajar la gente, hacer coincidir fechas, etc. Si ya es difícil, a veces, organizar una boda entre dos personas de una misma ciudad o de un mismo país, imaginaos cuando «coger aviones» se convierte en primordial para asistir a dicha boda. Además y sobre todo, no queríamos que nuestra posible lista de invitados se perfilara en función de la capacidad económica de la gente, me explico: Menorca es una bella isla pero sigue estando un tanto mal comunicada y es un poco caro llegar.

Una boda íntima en Menorca

Así pues, y ya hace 4 años de eso, celebramos una boda muy a imagen nuestra, en una isla magnífica, con unas familias felices y con seres queridos que entendieron nuestra elección. Nos sentimos amados, rodeados, respetados, dijimos Oui, dijimos Sí.

Porque una boda no es para ponerse de los nervios, una boda debe ser realmente como la soñamos o al menos ese es nuestro punto de vista!
Fotos de Damià Rotger y de la web del Hotel Son Granot donde se ofició la ceremonia
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Dijimos que sí

Dijimos que sí es la frase que escribimos en la postal que mandamos a familia y amigos después de nuestra boda para darles las gracias por haberse acordado de nosotros. De eso ya hace tres años. Tres años de una boda llena de bonitos recuerdos!

Fue en enero de 2011 cuando empezamos a hablar de boda. El día elegido fue el sábado 13 de agosto (¡eso del 13 nos da igual!). Seis meses de preparativos. Porque a nosotros no nos gustan las bodas que se preparan con dos años de antelación, no va con nosotros. Quisimos una boda delicada y bonita pero más bien íntima. Soñábamos con casarnos en Menorca, sí, el mes de agosto, cuando hace más calor (¡pero eso nos daba, también, igual!), además poca gente se casa aquí en agosto, o sea que menos problemas con las fechas. Hacer una boda más convencional e invitar un centenar de personas habría sido demasiado complicado. La distancia y el viaje (temas recurrentes en este blog) se habrían convertido en un problema para algunos y como no queríamos que la lista de invitados se hiciera en función de las «posibilidades económicas», decidimos que lo mejor sería hacer una boda en petit comité: padres, un testigo por parte de cada uno con sus parejas, hermanos y hermanas, y como soy hija única, la lista quedó en 12 personas, nosotros incluidos. Como los 12 apóstoles, excepto que fue una boda civil.

Todos los preparativos los hicimos a distancia! Evidentemente, tuvimos que pasar por el apreciado apartado del consulado y tuvimos que hacer cuarenta mil papeles. Mis padres, los únicos que residen todo el año en Menorca nos ayudaron muchisimo y yo hice un viaje en solitario de 4 días el mes de mayo para ultimar algunos detalles. También fui sola a comprar mi vestido de novia. Quería un vestido de novia pero corto. Como hacía poco tiempo que vivía en Nantes aun no tenía muchas amigas. El novio también quería vestir bien pero «cool», sin corbata. Muy al estilo de ChériGuiri.

Las alianzas las compramos en Menorca. Me ocupé de ello durante mi viaje del mes de mayo. Fue divertido explicar a la dependienta de la joyería que el novio no venía conmigo. Muy amable, me dijo que podía sacar fotos e incluso escanear las alianzas… y así fue como las elegimos! A principios de agosto, cuando llegamos, volvimos para ajustarlas. Y una vez más nos reimos. Como no queríamos gravar ni nuestros nombres ni la fecha sino que preferíamos poner una frase, ChériGuiri, tan irónico él, dijo a la dependienta que «así podré reutilizarla en caso de necesidad!»

Antes de la boda y saliendo de casa, nos esperaba una grata y bonita sorpresa. Puesto que la calle estaba cerrada a la circulación por motivos diversos, el grupo de danzas folklóricas al que pertenezco nos estaba esperando para ofrecernos un bonito baile! Fue un momento muy emotivo ya que fue en un festival internacional de danza donde nos habíamos conocido y enamorado.

Después cogimos un 4×4 para dirigirnos a uno de los lugares más lindos de la isla, el faro de Cavalleria donde hicimos una muy bella sesión de fotos de la mano de D. Rotger, que a parte de fotógrafo también es mi tío.

Y, por fin, llegamos al lugar de nuestra boda. En un marco bucólico al este de la isla de Menorca, muy cerca de la puerta que simboliza la entrada del primer sol de España. Nos dijimos que sí en los jardines de un hotel rural, una antigua casa señorial transformada en hotel restaurante, con el mar de fondo.

Guardamos un magnífico recuerdo de esta bonita boda, una boda totalemente ajena al estrés, una boda completamente relax !

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