Vivir en el extranjero

La Bretaña, mi segunda patria

La Bretaña, mi segunda patriaLa Bretaña, mi segunda patriaLa Bretaña, mi segunda patriaLa Bretaña, mi segunda patria

Recién vuelta de un bonito fin de semana en la Bretaña. Recién vuelta de unos agradables días en « el fin del mundo », conocido también como la Presqu’île (península) de Crozon. Hemos recorrido Crozon, Crozon-Morgat, descubrimos el Cabo de la cabra y el Cabo de los españoles, en la Presqu’île de Roscanvel. Fue maravilloso, unos parajes magníficos y casi indescriptibles.

Cierto. Pero dejando de lado el aspecto turístico de nuestra visita, re-descubrir esa zona me hizo pensar en la relación que tengo con la Bretaña, esa bonita región francesa.

Sí. Y es que si tuviera una segunda patria, esa sería, sin duda alguna, la Bretaña. Sí. Estoy segura de ello.

Porque todos nosotros, tu y yo, hombre o mujer, necesitamos sentirnos arraigados a una tierra. Porque únicamente de esa forma, con unas raíces bien plantadas y bien fuertes, seremos capaces de marchar lejos y de saborear « otros lugares ».

La Bretaña !

La vida, misteriosa y caprichosa, eligió Nantes como destino para mi primera estancia en el país galo. Y ya en aquella ocasión tuve la oportunidad de descubrir parte de la Bretaña, sobre todo el Morbihan, sus menhirs y su costa salvaje. Más tarde, la vida quiso que durante un año fuera profesora de español en Lanester y que viviera en Lorient. Descubrí otra Bretaña. Una bonita Bretaña con unos inviernos fríos y húmedos, tomábamos chocolates calientes en Larmor-Plage, una Bretaña donde sin coche todo se hace más complicado, nos hicimos hinchas de « los merlus », fuimos a fest-noz y al Café du port. Jóvenes y extranjeros que éramos, intentamos disfrutar como pudimos de esa Bretaña a la vez fuerte y melancólica.

Y la vida, que siempre sorprende, quiso que un día, muchos años más tarde, encontrara un ChériGuiri 100 % bretón mantequilla salada galettes sidra todo incluido ! Lo empaqueté todo y me fui de Paris. Icé las vuelas, contemplé el Belem y me instalé en el norte de Nantes, allí donde las señales indican ya « Autopista a Rennes ». Y he aquí que volví a la Bretaña. Otra vez a recorrer el Morbihan, esa parte sur de la Bretaña, otra vez a ir a fest-noz… por vez primera me vestí de bretona y bailé una gavotte y un an dro y desfilé en el Festival Interceltique de Lorient (re-hola Lorient) y me puse a comer galettes ((crêpes saladas)  de mi suegra.

La Bretaña, mi segunda patria d& danse1 déLa Bretaña, mi segunda patriaLa Bretaña, mi segunda patriaLa Bretaña, mi segunda patria

La Bretaña !

La Bretagne, mi segunda patria ! Únicamente porque me siento muy arraigada a mi Menorca, puedo decir que la Bretaña es mi segunda patria.

Soy isleña y comparto un trozo de historia con Belle-Ile, porque fueron intercambiadas en ocasión del Tratado de París en 1963 (¡en aquella época, los británicos se divertían y jugaban con las islas !). Porque la Bretaña me vio un poco crecer, me acompañó un rato en mi adolescencia y mi juventud. Lejos de mis puntos de referencia, la Bretaña me construyó un poco.

Porque Francia me abrió sus brazos y que construí mi nido en la Bretaña. Porque la Bretaña es bonita y hospitalaria (y húmeda también), porque sigo siendo profundamente mediterránea y que echo mucho en falta ese clima suave pero sé que si tuviera una segunda patria, esa sería la Bretaña !

Vivir en el extranjero significa también reflexionar permanentemente sobre la pertenencia y el arraigo a una tierra.