Viajes

Dos días en la Isla de Oleron

Viaje a Isla de Oléron, Francia

Es como un paréntesis encantado, desde hace unos años, cada mes de mayo. Irse y evadirse, lejos o cerca. Saborear ese tiempo que pasa y que corre y viene para decir hola. Sentarse tranquilamente en familia, con amigos y beber a sorbitos, no hay prisa. Como anunciando unas vacaciones.

Y este año, nos fuimos a la isla de Oleron en el departamento de Charente Marítimo. Mi primera vez en una isla francesa. Durante mi estancia en Lorient y Lanester (Bretanya francesa) casi fui a la isla de Groix y a la de Belle-Ile pero se quedo en eso, en casi. Así pues, tenía muchas ganas de poner los pies en una isla francesa. Para descubrir, saborear, aprovechar, desconectar. Con ellos.

Es la historia de una isla con un puente…

Viaje a la isla de Oleron, FranciaViaje a la isla de Oleron, FranciaViaje a la isla de Oleron, Francia

Obviaré hablar del tiempo que tuvimos en ese mes de mayo. Ni una palabra más. Los colores de las cabañas a lo largo del puerto del pueblo de Château d’Oléron nos abrazaron para darnos ese calorcito que faltaba. Y nos dibujaron unas sonrisas. Los niños correteando. Ese olor a sal que tanto me gusta. Y las playas. Arena fina y aguas azules, como tanto me gusta.

Viaje a la isla de Oleron, FranciaViaje a la isla de Oleron, Francia

Porque si hay algo de lo que estoy segura es que soy una chica de playa. No de mar, no, de playa. La playa y el sol son para mí las mejores vitaminas del mundo entero. Nada más tiene sobre mí un efecto tan fuerte para animarme, darme energía y hacer que vea el lado bonito de las cosas. La playa, saborear con la arena entre los dedos. Cierto, sigo siendo incapaz, después de tantos años, de bañarme en el océano. Porque como buena mediterránea, yo digo el océano. El Atlántico. El mar.

Fort Boyard en FranciaViaje a isla de Oleron, FranciaLas islas tienen ese perfume a algo mágico que consigue aislarte para, luego, sentirte mejor…Viaje a isla de Oleron, FranciaViaje a isla de Oleron, FranciaEsa es la historia de una isla con un puente…

Viajes

Visitando Bourges, en Francia

La ciudad de Bourges en Francia

La catedral de Bourges, Patrimonio Mundial de la Unesco (vidriera de los doctores de la Iglesia)

Aquí os dejo algunas imágenes de un fin de semana en el que el corazón dio un vuelco, un vuelco tan grande que ni siquiera tuvimos ilusión de compartir en directo en Instagram los tesoros que estábamos viendo y descubriendo. Porque nuestra escapada, ese fin de semana lejos de todo con el que soñábamos desde hacia tiempo, tuvo finalmente un sabor a fiesta truncada.

Pero Bourges se nos presentó, con más razón, como un bonito regalo, una ciudad pequeña donde uno pasea tranquilamente y descubre callejuelas de antaño. Momentos para reír, para disfrutar de él, de ella. Una bonita ciudad que, a pesar de la gran niebla y de un cielo un poco gris, supo arrancarnos sonrisas. Y al caer la noche, nos acurrucamos, corazón contra corazón, dándonos las manos.

En pleno corazón de Bourges para amarse muy mucho, de un amor más robusto que todas esas piedras centenarias y más alto que esa espléndida catedral, Patrimonio de la Unesco.

La ciudad de Bourges en Francia

Fresco mural de Jacques Coeur

 

La ciudad de Bourges en Francia

Edificio de La Poste (Correos)

 

La ciudad de Bourges en Francia

Fachada colorida

 

La ciudad de Bourges en Francia

La catedral, construida entre los siglos XII y XIII

 

La ciudad de Bourges en Francia

Típicas callejuelas con las casas de entramado de madera y paseo por las salinas de Bourges

 

La ciudad de Bourges en Francia

Otra fachada especial

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La ciudad de Bourges en Francia
Y a la vuelta, hicimos una parada gastronómica en Tours... pero eso lo dejamos para otra ocasión, ¿a qué sí?

¡Besos!

Viajes

Evadirse cerca de casa: Pornichet

Pornichet

Un día frío pero muy soleado. Un instante especial. Un día de rayos de sol dominicales. Un domingo pascual.

Marchar para volver unas horas más tarde. Reencuentros y encuentros. Un día muy franco-español con también algunas pinceladitas alemanas e italianas. Sonrisas de niños. Chácharas de adultos. Lenguas que se mezclan.

Pero sobre todo, correr en la arena. Pescar cangrejitos y conchas. Sentir el viento acariciando la cara. Despeinarse y reírse. Todo eso, en Pornichet. Circular unos pocos kilómetros, bastantes como para evadirse y suficientemente pocos para aprovechar de cada instante. Llegar y ver el mar. Ese azul tan ansiado durante todo el invierno. Creer realmente que estamos en primavera. Una brisa atlántica. Fachadas de edificios enormes y unas villas extraordinarias. Contrastes.

Una paella. Un restaurante español. Un poco de tortilla y de jamón.

¡A veces, podemos quedarnos muy cerca para sentirnos muy lejos!

Playa de Pornichet, FranciaPornichet, FranciaVillas en Pornichet, FranciaVillas en Pornichet, Francia