Vivir en el extranjero

Vivir en el país del marido: el equilibrio familiar

Expatriación, vida en el extranjero, familias multiculturales… piezas de un puzzle llamado mundo.

La coyuntura socioeconómica hace que de cada vez más familias estén viviendo en un país que no es el suyo. Siempre, en estos casos, hace falta una gran dosis de adaptación, de tolerancia, de apertura a los cambios, de parejas que re-ajustar, de niños a adaptar, de sistemas para descubrir, de lenguas que aprender y un largo etcétera.

Vivir en el país del marido: el equilibrio familiar
En realidad, irse al extranjero significa reinventarse su propia vida (o casi)

Casi siempre, los blogs que leo, las webs que sigo, las empresas que se crean… hablan de la expatriación de la unidad familiar. Y justamente por esa razón, yo no suelo utilizar casi nunca la palabra «expatriación» cuando hablo de mi trayectoria. Pienso que es completamente distinto irse con la familia que irse a solas y, después de un tiempo, construir tu vida en un país que no es el tuyo.

En otras ocasiones ya hablé de algunos aspectos sobre vivir en el extranjero en el país del marido. Hablé de las diferencias culturales, de cuando descubres ciertas cosas completamente obvias para tu marido pero no para ti… pero me parece que nunca he hablado de un aspecto muy importante: la célula familiar.

Porque aunque haga quince años que vivo en este país y veinte que lo conozco, aunque esté enamorada de este país que ya es un poco mío y sobre todo el de mi hija, hay algo que nunca podré encontrar aquí: ¡mi familia! Hace poco tiempo vi en la tele un reportaje sobre Franceses que se habían ido fuera. Y salió una mujer explicando que había conseguido que sus padres (ya jubilados) se instalaran también con ellos en el extranjero porque según ella «uno nunca se siente en el extranjero si se trae a sus padres consigo». Y pensé que eran unas palabras preciosas y, ante todo, muy ciertas.

Vivir en el país del marido: el equilibrio familiar Vivir en el país del marido: el equilibrio familiar
La importancia de las raíces. ¡Solo un árbol bien arraigado será capaz de crecer mucho!

Tampoco es lo mismo vivir en el extranjero siendo «joven», estando «soltera» y en busca de «experiencias» que vivir en el extranjero estando casada y siendo mamá. Porque normalmente es en ese momento cuando llega el tema del equilibrio familiar. Y de vez en cuando, uno necesita respirar su propio oxígeno, ver a su familia, como una necesidad imperiosa, de esas de las que no puedes escapar. Porque… pues porque se necesita beber de los orígenes para tirar adelante, porque es necesario reanudar con los pequeños detalles de la vida diaria, porque son miradas que tenemos ganas de cruzar, porque… pues simplemente, porque somos un poco ellos y les necesitamos para ejercer mejor nuestro propio trabajo de transmisión a nuestros hijos.

Todo en la vida es cuestión de equilibrio. Todo. Es algo que suelo decir muy a menudo. Por eso aprendí, con el tiempo, que cada x meses necesito ese equilibrio. Necesito ver a mi familia para apreciar mejor la del otro. Necesito mis raíces para mejor entender las de los demás. Necesito mi lengua las veinticuatro horas del día para vivir mejor la suya. Necesito volver a mis orígenes para vivir mejor los suyos. Necesito mi ma(d)r(e) para ser mejor madre. Necesito mi sol y mi cielo para reírme mejor de las nubes.

En realidad, lo que necesito es ajustar la balanza. Sin ese equilibrio, siento que me pierdo, siento que todo va menos bien, siento que el rosa se viste de gris.

Català

La meva mare, l’amiga més fidel

A cops de mudances, de canvis de ciutat i de vida a l’estranger, un se n’adona ràpidament que allò que anomenem amics, passen. Passen i se’n van o passen i queden, però lluny, una mica massa lluny.

I entre una cosa i altra, entre un amic al que dius adéu i aquell al que dius bon dia per un cert temps, et gires i dones voltes, tal un penell, buscant una mica d’estabilitat i acabes apuntant cap al racó que et va veure néixer i a la mare que et va donar el pit (o el biberó).

I saps que si les coses han anat més o menys amb normalitat, la teva mare és la teva amiga més fidel. Puntal d’una casa, de blanc pintada, on sempre hi ha lloc per a tu, una orella per escoltar, una espatlla on plorar i unes rialles que fan brufar.

La mare la millor amiga

Perquè quan, des dels divuit als trenta un, no has viscut més de quatre anys seguits al mateix lloc, aprens que és difícil construir, guardar, enfortir i, sobretot, viure de ple una amistat. I sort en tens de la mare, que a l’altra cap del telèfon, sigui l’hora que sigui, et rep amb les orelles obertes i el cor a punt per donar-ne encara més, mig adormida o amb les mans empastifades de llevat fent coques preparant ja la teva pròxima visita. La mare, com aquest Mare Nostrum que ens ha vist néixer, ella és mare, és nostra, és única i és especial.

La mare la millor amiga

I avui, la meva mare, el meu puntal, fa els seus 61. 37 anys que la conec, 37 anys d’aventures, de cops de telèfon i d’arribades a l’aeroport, d’abraçades i d’alguna llàgrima, a les tornades. I ara, que per primera vegada després de molts anys, ja en fa set que sóc sedentària, veig que sí que d’amics sempre en trobes però que de mare només n’hi ha una, la nostra !

Felicitats mare, mamà, mami, s’àvia, iaia, Dita!

PS.- Perdona’m mare, aquest any, abans de partir, se’m va oblidar anar a passar comanda d’un ram de flors, serveixin idò aquestes paraules de regal!

Lifestyle

2017: Las páginas de un libro que tenemos que amar

No es más que la página de un mismo libro que estamos girando, son solo las mismas sonrisas, los mismos abrazos, los mismos amores, las mismas batallas por las que luchar, los mismos problemas, las mismas alegrías, los mismos días de frío y días de calor. Con sus noches de estrellas y sus noches negras, con sus sueños que perseguir y sus pesadillas que ahuyentar.

No es más que la página de un libro desconocido que garabateamos día tras día, mes a mes y calendarios que echamos a la chimenea. No es más que la página del libro de nuestra historia, ese que nos esforzamos para escribir de color rosa purpurina, dorado y lentejuelas. Días que subrayamos y otros que queremos borrar.

Son las páginas de un mismo libro, la novela de una saga que tejimos con los trocitos de hilo que encontramos por aquí y por allí. Son las páginas de nuestro libro, de nuestra historia con H mayúscula.

Son las páginas de un libro que tenemos que amar, acariciar, mimar, son las páginas de un libro llamado Nuestras Vidas. Las páginas de un capítulo cuyo título es 2017 y que empieza con subtítulos y párrafos aun desconocidos. ¡365 días de posibilidades que se nos ofrecen!

No me gusta hacer balances ni propósitos. Simplemente intento vivir el día a día junto a mis sueños más profundos porque ellos son el motor de mi vida.

Feliz año Les mots de Marguerite Feliz año Les mots de Marguerite
Os deseo solamente cinco cosas para este nuevo año que iniciamos: salud (¡mucha!), amor (¡toneladas!), paciencia (porque siempre hace falta), sonrisas (porque creo en su poder curativo) y sueños (¡para volar muy alto!)