Bilingüismo

Entrevista a Laura Mascaró, criar en catalán, español y euskera

Inicio hoy una serie de entrevistas a familias que crían en varias lenguas. Lejos de las teorías de los expertos, uno de los aspectos que más me interesa es el día a día de las familias que viven en una situación de plurilingüismo.
Traductora y lingüista de formación y profesión, cuando me convertí en madre de una niña que, obviamente, iba a crecer en tres lenguas, empecé a interesarme y observar los elementos que componen la vida diaria de estos niños y de sus padres. Más de la mitad de la población mundial es bilingüe pero no por ello la aventura del multilingüismo es siempre entendida correctamente.
Las familias bilingües vivimos, a veces, situaciones divertidas, desesperantes, inestables, surrealistas, increíbles, sorprendentes... un montón de adjetivos que intentamos siempre hacer cuadrar de la mejor manera posible. Porque el bilingüismo va siempre acompañado de culturas que se viven a distancia, de costumbres diferentes, de familias que se han compuesto con ingredientes de aquí e ingredientes de allí.
Las entrevistas siempre se harán a familias que viven una situación de bilingüismo simultáneo precoz, a veces se publicarán en la versión española del blog y otras en la versión francesa.
Laura Mascaró abre el baile de las entrevistas. Ella vive en Madrid y cría a sus hijos en tres idiomas, catalán, español y euskera. Laura, muy conocida en el mundo del homeschooling, dedica su vida a la enseñanza no reglada. Una entrevista muy completa que plantea también el tema de la lengua de signos para bebés.
Laura Mascaró, trilingüismo

1. Hola Laura, podrías presentarte…

¡Claro! Soy de Menorca y eso significa que soy bilingüe con menorquín (o catalán) y castellano desde que nací. Después estudié otros idiomas (inglés, francés, italiano y árabe) pero sólo podría tener una conversación fluida en inglés.
De formación soy jurista y profesionalmente me dedico a la enseñanza no reglada. Asesoro a familias que quieren educar a sus hijos sin escuela (o con escuela pero con otro enfoque) y hago talleres de educación financiera para niños (en colegios y fuera de ellos).

Soy madre de dos niños que no van a la escuela. Aprenden en casa (y en el mundo) y una de las cosas en las que hacemos más hincapié es en la lengua porque sin un buen dominio de, al menos, una lengua, difícilmente podrás aprender nada más.
El mayor, Damián, de 13 años, es bilingüe catalán/castellano. Después aprendió inglés por su cuenta y ahora quiere aprender coreano. Víctor, el pequeño, que tiene dos años y medio, es trilingüe con catalán, castellano y euskera porque su padre es del País Vasco.

2. Sabemos que educas a tus hijos en casa y que tienes una opinión muy bien formada sobre la enseñanza. ¿Sobre los idiomas, cuál es tu visión de la enseñanza reglada?

Creo que un idioma sólo puede aprenderse bien si se dan una de estas dos condiciones:
1) inmersión lingüística o
2) una motivación suficiente que, añadiría, debe ser intrínseca.

Veo muchas carencias en la enseñanza reglada (¡y no sólo en la de idiomas!). Sobre la enseñanza bilingüe, por ejemplo, ¿qué sentido tiene dar clases de ciencias en inglés, si ya es una materia complicada cuando la haces en tu propio idioma? Para poder profundizar y aprender una materia -la que sea- es fundamental disponer de la herramienta básica, que es la lengua. Y sobre las clases de idiomas en si, la mayoría hemos estudiado inglés durante toda la primaria y la secundaria pero ¿quién sabe inglés realmente? El que ha tenido interés o el que se ha ido una temporada al extranjero (¿ves? motivación e inmersión).

En el entorno unschooler podemos encontrar muchos testimonios de niños y adolescentes que han aprendido idiomas porque estaban motivados para ello. Muchos aprenden inglés gracias a los videojuegos y al cine, por ejemplo. Otros aprenden japonés gracias a su afición al manga y el anime. Ése ha sido el caso de mi hijo mayor, que ahora va a examinarse del PET de Cambridge sin haber pisado nunca una escuela de idiomas. Lo ha aprendido gracias a Youtube y a los videojuegos, básicamente. Cuando nos dimos cuenta del nivel que tenía le sugerimos que se presentara a los exámenes así que ahora sí le estoy enseñando un poco de gramática y hace prácticas de “speaking” y “writing” (hablar y redactar). Lo más importante es que lo ha aprendido bien, sin sufrir y sin dedicar 10 años de su vida (lo que dura la primaria) a realizar ejercicios repetitivos que probablemente no le habrían interesado.

Laura Mascaró, criar bilingüe Laura Mascaró, criar bilingüe

3. Tus hijos se crían en un ambiente bilingüe entre el catalán y el español y, si no me equivoco, también introducís el euskera, por las raíces del padre, ¿no?

Así es. Y por eso buscamos un nombre que fuera igual (o muy parecido) en los tres idiomas. ¡No fue fácil!
En nuestro caso, el idioma del entorno es el castellano (vivimos en Madrid) y la lengua familiar también es el castellano porque es la que tenemos todos en común. Sin embargo, la lengua materna o principal de mis hijos y mía es el catalán. Así que el euskera lo introducimos de una manera un poco más forzada y lenta.

4. ¿Cómo lo vive tu hijo menor?

¡Con total naturalidad! Él sabe perfectamente en qué idioma ha de hablarle a cada uno. Y sabe que, cuando visitamos a la familia del padre, allí todo el mundo habla euskera. No se confunde y no mezcla idiomas, como la gente suele creer. Además, desde que tenía 6 meses comenzamos a usar la lengua de signos con él y creo que eso ha ayudado porque veía que, para el mismo signo, se le decían tres palabras diferentes. Se daba cuenta de que las tres significaban lo mismo pero que diferentes personas usaban diferentes palabras.
Cuando nos encontramos con gente que no conoce a veces tiende a hablarles en menorquín porque es su primera lengua. Pero entonces nosotros intervenimos, hablamos en castellano y él enseguida cambia de una a otra. Parece que todavía no se ha dado cuenta de que aquí, en Madrid, lo habitual es hablar castellano 😉

5. ¿Cuáles son tus herramientas preferidas para fomentar las lenguas?

Mira, las lenguas están en todas partes. Lo difícil es no aprenderlas. Mi interés en que mis hijos aprendan bien un idioma (el que sea, pero al menos uno y bien) es porque ésa es la herramienta que van a necesitar para cualquier otra cosa.

Nosotros no les imponemos un curriculum, no les obligamos a aprender ciertas cosas a ciertas edades pero lo que sí era innegociable es que tenían que aprender a hablar, leer y escribir correctamente cuanto antes mejor. Como dice Inger Enkvist, “todas las materias son lenguas” así que ése debe ser el primer paso.
Algunas cosas que hacemos:
La lengua de signos desde los 6 meses.
El método Doman de lectura (con el mayor empecé a los dos años y con el pequeño a los 4 meses).
Leerles en voz alta desde el nacimiento y sin fecha final. Les leemos en voz alta aunque ellos ya sepan leer de forma autónoma.
Cantar. Cantamos mucho. He heredado el don de mi madre que te puede cantar una canción sobre cualquier cosa. Dile una palabra y seguro que ella sabe una canción. Y si no la sabe ¡se la inventa!
Procuramos que estén rodeados de palabras desde bien pequeñitos, así que en casa hay no sólo muchos libros sino también muchos materiales y juegos relacionados con las letras: letras de madera, letras imantadas en la puerta de la nevera), pegatinas con formas de letras, carteles pegados en diferentes lugares con sus nombres correspondientes (en la puerta, en la ventana, en la mesa, en la cocina, etc).
También usamos vídeos, aunque sabemos que no está muy bien visto. Víctor usa el ipad para ver vídeos en Youtube y de ahí ha aprendido muchísimo vocabulario.
Otra cosa que hacemos es que pedimos a toda la gente con la que nos relacionamos que le hablen en su propio idioma. Tenemos, sobre todo, muchos amigos de habla inglesa y nos parece importante que empiece a educar su oído para este idioma.
Y, aunque no tiene muy buena prensa, me parece fundamental el análisis morfosintáctico. A mi me ha ayudado mucho a aprender a redactar y a aprender otros idiomas. Incluso te ayuda a pensar mejor. En mi casa (con mi madre y mi hermano) es habitual que nos enzarcemos en intensos debates sobre si tal o cual expresión es la más correcta para lo que se pretende comunicar y creo que es muy bueno que los niños sean testigo de estas conversaciones porque así se dan cuenta de para qué sirve este conocimiento.

Laura Mascaró, criar bilingüe

6. Ya sabes que para mí una lengua es mucho más que un modo de comunicación, una lengua es una cultura, una lengua es una familia… Para ti, ¿una lengua es…?

Coincido plenamente contigo. Para mi cada lengua trae consigo un bagaje cultural e histórico del que difícilmente puede desligarse. Eso a nivel global. ¿No te ha pasado que, si intentas explicar las fiestas de Menorca en otro idioma, sientes que te faltan palabras?
Pero a nivel particular, además, es parte fundamental de la personalidad y es un medio de vinculación. Eso que dicen de que uno insulta y blasfema en su lengua materna ¿no? Dicen que eres realmente bilingüe cuando logras pensar y soñar en ese otro idioma.
La parte del vínculo también me parece muy importante. Yo sueño hablar a la gente en el idioma en que nos hemos conocido y me cuesta mucho cambiar. Tengo una amiga canadiense a la que conocí en catalán y, aunque las dos sabemos inglés y castellano y las dos vivimos en Madrid (entorno castellano) siempre hablamos catalán entre nosotras. Lo mismo pasa con la familia. ¡Me cuesta horrores hablar castellano con mi madre!

7. Podemos decir que los niños cuando nacen ya comunican: con su llanto, cuando su mano busca la nuestra, etc. ¿crees que la lengua de signos, de cada día más utilizada, debe considerarse un lenguaje stricto sensu?

Pues no lo sé, la verdad. Creo que esta pregunta la dejaré para los filólogos. No sé cuáles son los criterios técnicos para considerar que algo es un lenguaje pero, desde luego, la lengua de signos es una herramienta de comunicación maravillosa.

8. ¿Cuál es tu experiencia con la lengua de signos para bebés?

La conocí cuando mi hijo mayor tenía dos años así que con él ya no tenía sentido utilizarla. Cuando iba a nacer Víctor tuve claro que la íbamos a usar y, casualmente, conocíamos a una instructora de lengua de signos, Ruth Cañadas, y decidimos hacer un taller con ella cuando el niño tenía 4 meses.

Cuando tenía seis meses, empezamos a signar. Es decir, a la vez que le hablábamos, íbamos acompañando nuestras palabras con algunos signos sencillos: paseo, comer, dormir, pañal, etc. En realidad esto lo hacemos casi todos. Cuando le pides un abrazo a un niño y abres los brazos; cuando le preguntas si tienes sueño y te pones la mano en la mejilla o cuando dices que es hora de comer y juntas las yemas de los dedos señalando a tu boca. Eso son signos.

Muy pronto comenzó a entenderlos y, en cuanto pudo, también a hacerlos. No sólo los imitaba sino que, muchas veces, inventaba sus propios signos. Entonces nosotros los aprendíamos y los incorporábamos a nuestro vocabulario. Nos sirvió para evitar muchos conflictos y frustración. Si el niño lloraba, empezábamos a hacerle signos hasta que descubríamos qué le pasaba. Cuando aprendió a signar si, por ejemplo, tenía hambre, no sólo podía decirnos que tenía hambre sino que podía decir específicamente qué quería comer. Hacía el signo de plátano o de pan o de lo que quisiera en ese momento.
Es una de las cosas más útiles que hemos hecho y se lo recomendamos a todo el mundo.

9. Me gustaría acabar esta charla preguntándote cuál es tu opinión acerca de las familias (muchas hoy en día) que deciden criar bilingüe sin ser una familia bilingüe…

Yo a mis hijos les hablo siempre menorquín excepto cuando estamos en compañía de personas que no nos entienden. Entonces, por deferencia, hablamos castellano.
Pero cada familia es un mundo y habría que ver cómo y por qué lo hacen.
Tenemos muchos amigos que tienen una persona extranjera contratada para cuidar a sus hijos y jugar con ellos a condición de que lo haga en su propio idioma, para que así lo aprendan. A mi eso no me parece mal. Los idiomas nunca sobran.

Pero otros padres lo que hacen es hablar ellos a sus hijos en un idioma que no es el materno. Yo esto no lo haría, la verdad. Pienso que se pierde esa parte de vínculo emocional de la que hablaba antes y, además, aunque esto es menos importante, puede que les estés enseñando mal ese otro idioma. He visto a padres hablando a sus hijos en un mal inglés, no sólo por la pronunciación sino por las construcciones gramaticales y con un léxico más bien pobre. Entonces, no veo bien qué ganan con eso.

10. ¿Algo que quieras añadir?

Sólo me gustaría decir a los padres que nos leen pasen tiempo con ellos. Que les hablen, que les lean, que les canten y que disfruten. Que, en vez de preocuparse porque aprendan muchas cosas, se centren en que aprendan bien las bases. Y la primera base es el lenguaje.

Una cita sobre lengua:

“La lengua es un milagro y ese milagro es el eje principal de nuestra vida en sociedad” – Inger Enkvist (pedagoga y catedrática de español en Suecia)