Inspiración

Dulzuras de fin de año

dulzuras de fin de año

Dulcemente, la mirada puesta en ese tiempo que pasa, en las semanas que acaban de transcurrir, en esos momentos de sonrisas, en esos instantes de incertidumbre. Dulcemente, saborear esos soles preciosos y resguardarse de las tormentas. 365 días pasados y miles de otros por llegar. Y siempre saborear, degustar, deleitarse de esta vida que nos ofrece minutos valiosos, sin contar, simplemente gozando.

Instantes pasados con vosotros y con ellos. Porque la vida se compone de vosotros y de ellos. Y mientras los segundos se escabullen, ir deshojando la margarita y dejarse vivir, tomar decisiones y mirar adelante.

Un bonito año que concluye, lleno de nuevos proyectos y dulces momentos. Amar lo que hacemos, cada día un poco más sin arrepentirse de nada. Amar nuestros amores, amar nuestras familias, amar nuestros amigos. Preocuparse y darse besos. Trabajar y gandulear. Verles crecer, también.

1, 2, 3, mariposa de color de rosa… a ti que seguirás presente en 2015, te doy unos besos y te mando un buen puñadito de rayitos de sol!

cielo de fin de año
Inspiración

Aquí y allí

plage à Menorca

Macarella Menorca

Chemin à MinorqueMacarella Menorca

Hace frío y está oscuro, la gente pasea cabizbaja, todos envueltos en gruesas bufandas que seguramente han sido tejidas a mano con mucho cariño o quizá hayan sido rescatadas del fondo de un viejo armario. Las manos metidas en los bolsillos.

Desde hace ya varias semanas, los días menguan y la luz empieza realmente a faltar. Y ella está aquí, sentada en su escritorio y con la mirada puesta en sus papeles. De vez en cuando, levanta la vista y tropieza con ese montón de hojas otoñales y voladizas que pasan casi desapercibidas bajo esa niebla que llega del norte, con el atlántico que parece estar vigilándola desde lo lejos. Una vez al día, su vecina abre las persianas, ella la ve pero se encuentra demasiado lejos para levantarle el brazo y saludarla.

Demasiado lejos. La distancia…

Suavemente, como quien no quiere la cosa y como si un soplo de nostalgia la invadiera, empieza a dibujarse otra vida. Una especie de vida a voz baja que podrían llevar en otra parte.

Pero sus papeles la traen de nuevo a la realidad. A esa realidad que ella ha construido con tanto amor y de la que tan orgullosa está. Minutos más tarde, horas después de que la vecina haya abierto las ventanas, se encuentra absobida por ese pequeño petirrojo que parece querer jugar con las pinzas de la ropa tan multicolores y estivales, recuerdo de días pasados y bronceados. Y se va. Ella coge y se va, lejos, muy lejos. Se abre paso hacia el sur, hacia ese mediterráneo que huele a jolgorio y a caballos, hacia las calles de esos grandes pueblos llenos de gente, con las paredes blancas y las persianas verdes, hacia esos lazos estrechados de manera inconsciente, naturales y sin equívoco pero que ya no son más que simples recuerdos. Piensa que seguramente todo sería más sencillo para ella, pero ¿y si se tratara de una sencillez caduca?

De repente, gira la cabeza y siente un rayo de sol que la despierta dulcemente de su estado de ensoñación y se da cuenta de que está aquí y de que su allí será para siempre su sol preferido.

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Niños

Ser madre en el extranjero

Maman à l'étranger

Princesita es una niñita de 18 meses (¡hoy, hoy!) muy alegre, sonriente y muy afectuosa a quién le encanta darnos besos con su boquita -atención, hay que poner la boca en «posición de beso»- y que es muy niña porque no para de hablaaaar, ¡se pasa el día «hablando»! Sí, os lo aseguro. De cada vez hace frases más largas e incluso a veces las acaba con esa entonación de «mamá, te has enterado, esto es una pregunta, ¿ok?»». Pero no, no siempre la entendemos. Como para todos los bebés, se requiere tiempo para una total adquisición del lenguaje. Con la particularidad, para ella y como ya sabéis, que tiene dos (tres) lenguas que adquirir. Aunque ya hay palabras que pronuncia claramente : «aigua» (agua), «non», «papa», «mamà» (y a veces «maman» en francés -no me gusta), mé («més» de «más»), «allô», «au revoir», «bébé», «doudou», «putó» («botó» para»botón»), «a y est», «ya ta» (de «ja està»), «baño»… seguro que me olvido de algunas pero eso empieza a asemejarse a un bonito melting pot

Y es que pienso que esta expresión, melting pot, de origen angloamericano define bastante bien lo que representa criar a un hijo en el extranjero. Como mamá en el extranjero que soy, intento asimilar un montón de cosas, tanto prácticas como sentimentales que me apetece hoy compartir con vosotros:

– Conseguir que los demás entiendan que SÍ que la niña entiende todo lo que le digo! Y que SÍ que va a entender a su familia de allí;
– Darle mucho mucho amor, el mío y el de toda mi familia que no puede dárselo cuando quiere;
– Dar a entender a la niña que esta familia que a menudo «se encuentra» dentro del ordenador, no puede agarrarla a través de una pantalla;
– Que no, que no cada vez que llamamos a la «iaia» tiene que correr al escritorio y ponerse delante del ordenador, no, a veces utilizamos el teléfono normal en vez de Skype;
– Aprender a no prestar atención a la gente que «os escucha con una mirada rara» en la sala de espera del médico, por ejemplo (sí, a veces ocurre);
– Asumir que la mayor parte del tiempo somos las únicas a poder transmitirle una cultura, una lengua y una familia;
– Hacer que las vacaciones no se conviertan en un problema. Intentamos ver todo lo que podemos a la familia de aquí para marchar allí sin remordimientos y quedarnos varias semanas;
– Intentar reproducir, por mucho que cueste, lo que hemos vivido nosotros en nuestra infancia aunque las personas, los lugares y las costumbres no estén aquí presentes (¡y suele ser duro!);
– Cantar canciones que aprecias un montón y que te avivan muchos recuerdos, sabiendo que nadie va a compartir este momento de emoción (= y ahí te sientes solo sobre la faz de la tierra);
– Pasar esos días que son importantes en nuestro país de origen (y para nosotras) siendo aquí días «normales». Pienso especialmente en la bonita fiesta de los Reyes Magos;
– Esos días en que a una misma le gustaría estar allí, los días de un poco de añoranza y que sabes que tienes que hacer lo imposible para que tu hijo no sienta nada de todo eso;
– (…)

 ¿Y vosotras, mamás en el extranjero, cómo lo vivís? ¿Me ayudáis a completar la lista? Las demás, ¿cómo creéis que reaccionaríais al hecho de ser madres en el extranjero?